Como un pequeño homenaje a Guadalajara en el 469 aniversario de su fundación. Para los que tuvimos la fortuna -¿o será infortunio?- de haber sido testigos de su transformación a mediados de los 60; ya bien lo dijo el poeta y escritor Jalisciense Ramón Iñiguez Franco: "Y así eran estas historias...en un barrio tranquilo y apacible, donde veíamos cada mañana salir el sol por el mismo horizonte, que es quizás lo único que no ha cambiado, ni cambiará quien sabe durante cuanto tiempo..."
jueves, 24 de noviembre de 2011
COLEGIO DEL ESPIRITU SANTO
En los últimos años de la década de los veinte y los primeros de los treinta, el crecimiento de la ciudad de Guadalajara por el poniente se interrumpió abruptamente, en la Avenida Juárez en la Penitenciaría de la ciudad, la Prisión de Escobedo, ubicada a la altura en que (en el Sector Juárez, terminando en su viento Norte) se conservó con su nombre original, la calle Penitenciaría, en memoria de la cárcel de Escobedo.
Debido a dicho impedimento físico (la penitenciaría de Escobedo abarcaba varias manzanas) la ciudad siguió su camino hacia el mismo viento, por la avenida Hidalgo que cerraba (terminando su ruta de casas elegantes) en el "Colegio del "Espíritu Santo", ubicado en la que más tarde fué la Avenida Lafayette, y a la que, ya en los 60, se le cambió el nombre por "Avenida Chapultepec".
En el gran edificio del Colegio o Escuela del Espíritu Santo (originalmente propiedad del clero) se instaló años después la escuela "Hijos del Ejército" y más tarde pasó a ser la Escuela Militar de Aviación (esto ya en los cuarenta).
A fines del siglo XIX, el sentir de gobernantes y gobernados era que en algún punto intermedio entre el templo de San Miguel, y la gran edificación del antes mencionado colegio (asentado en pleno llano) se podía pensar que se ubicaba el punto de entrada y salida de la ciudad. Por tal motivo se mandó hacer un muy elaborado arco de hierro fundido que testimoniara ese hecho.
El arco famoso, que fué conocido como "El Arco de Porfirio Díaz" (ya que se estrenó en el año de 1888 con motivo de la llegada del ferrocarril a Guadalajara, en donde venía Don Porfirio acompañado de una muy distinguida y numerosa comitiva) fincó sus bases en las esquinas sur poniente y nor poniente de la calle que aún conserva su antiguo nombre de "General Coronado".
Derruidos los dos grandes edificios que eran la Penitenciaría de Escobedo y el Colegio del Espíritu Santo, libre de "taponamientos", nuestra ciudad, al construirse la preciosa "Universidad de Guadalajara" y la dignísima y malograda (destrucción "lograda a la mala") Escuela de Música, la zona distinguida de deslizó alegre y bellamente por la Avenida Vallarta por donde, salvo algunas excepciones, se encontraban las mansiones (afrancesadas en su mayoría) más distinguidas y elegantes de la ciudad.
Texto de: Jorge Verea Palomar "De Tiempos y Vientos" El Informador
Excelente artículo. Saludos desde uno de los mejores colegios en guadalajara.
ResponderEliminarMe sumo a las porras por tan interesante artículo y qué decir de las fotos "antes y después", que van ayudando a remover la memoria, por las calles y barrios de nuestra amada Guadalajara. Gracias infinitas!!
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