El 21 de febrero de 1586, se fundó
la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Santo Entierro de Cristo en el
Hospital de San Miguel, siendo los fundadores, el Lic. Martín de Espez, Francisco Martínez Tinoco, Dean y Chantre de La Catedral,
respectivamente; Gaspar de la Mota, Pedro Hurtado de Mendoza, Francisco
Esquivel, Francisco de Camarena y otros vecinos, hasta llegar al número
30.
Era famosa la procesión de Nuestra Señora de la Soledad el Viernes Santo; las estaciones estaban saliendo de catedral al Hospital de San Miguel (actualmente templo de Santa María de Gracia), de aquí se iban a la Compañía de Jesús (hoy Biblioteca Iberoamericana). Después, a San Francisco, San Agustín y remataba en el hospital antes dicho.
Mota Padilla nos informa que esta
cofradía, nacida en el hospital, se mudó a la capilla del Sagrario de la
Catedral (en construcción) en 1598; al año siguiente, "había ahí capilla
dentro de la misma iglesia dedicada a Nuestra Señora de la Soledad, la que se
mantuvo dentro hasta el año de 1619, que se le abrió puerta a la calle"...
El primer santuario de Nuestra Señora de la Soledad ocupaba la esquina suroeste
de la actual Plaza de la Rotonda de los Hombres Ilustres; el segundo santuario
se comenzó a construir a unos cuantos metros de Catedral a fines del siglo
XVII.
Descripciones
de la imagen.
Nos informa el Pbro. José R.
Ramírez, que: "La Sagrada Imagen, según se cuenta, fue confeccionada por
los indios de la región de Uruapan; es de tamaño natural (1.75 metros) y,
puesto que es obra de indígenas, no es tan perfecta; tiene el rostro inclinado
hacia abajo, sus mejillas rosadas que no han perdido su brillo en el transcurso
de los siglos". "Sus ojos, aunque pintados, parecen llenos de vida;
la belleza de su boca, aunque agradable, tiene cierto aspecto de tristeza y
angustia". "Su cuerpo está hecho de madera y descansa sobre una peana
que sostiene toda la imagen. Su túnica está hecha de un antiquísimo razo negro, adornado con hilos de oro y
piedras preciosas.
Su rostro lo rodea un velo adornado
con bordados que cubre toda la cabeza. "Sostiene con sus manos un blanco
sudario y una corona de espinas. Rodea la cabeza de la imagen, a una reverente
distancia, una diadema grande, hecha de plata, que le hace aparecer
hermosísima, devota y venerable".
El P. Luis Enrique Orozco asegura
que fue hecha en Pátzcuaro, Michoacán, como otras muchas imágenes en el siglo XVI, de pasta de maíz
batida, procedimiento llamado “Tatzingueni". La imagen de El Santo
Entierro, también es de tamaño natural, devota y bien proporcionada, de brazos
movibles, está colocada bajo la mesa del altar mayor, protegida por un cristal.
Antes se presentaba a la veneración de los fieles, en una urna de maderas finas
y cristales, en la que era sacada esta imagen en las tradicionales procesiones.
En noviembre de 1771, se eligió a nuestra Señora de la Soledad, como patrona, que favoreciera a la
ciudad contra los temblores.
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Como un pequeño homenaje a Guadalajara en el 469 aniversario de su fundación. Para los que tuvimos la fortuna -¿o será infortunio?- de haber sido testigos de su transformación a mediados de los 60; ya bien lo dijo el poeta y escritor Jalisciense Ramón Iñiguez Franco: "Y así eran estas historias...en un barrio tranquilo y apacible, donde veíamos cada mañana salir el sol por el mismo horizonte, que es quizás lo único que no ha cambiado, ni cambiará quien sabe durante cuanto tiempo..."
Para ver las imágenes:
La intención de este trabajo es observar y comparar a la Guadalajara de "Ayer y Hoy" y mostrar como la ciudad se ha transformado. Cómo de ser una ciudad provinciana se ha convertido en una urbe en el que desaparecieron barrios y edificios de gran belleza. Es únicamente una muestra de lo que no nos tocó vivir, y para que los jóvenes de hoy conozcan, cuando menos en fotografía, algunas escenas de lo que nostálgicamente algunos recordamos de la tranquilidad de sus barrios de mediados del siglo XX.
viernes, 13 de marzo de 2015
TEMPLO DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD
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